VIERNES VI DE PASCUA
LECTURA: “Juan 16, 20‑23ª”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada.»
MEDITACIÓN: “Se alegrará”
Nuestra realidad viene cargada de ansias de vida y, al mismo tiempo, de realidades sombrías, que oscurecen y cierran los horizontes, y que hace que vivamos con el temor a cuestas. Parece ser como el signo de la historia que no logramos elevar por encima de nuestros deseos, y da la sensación de que vencen los signos de muerte, de violencias, de injusticias…, que no somos capaces de superar, y que parecen cernirse como una gran tela de araña que nos va envolviendo lenta pero implacablemente.
Pero tú, Señor, abogas por la humanidad. Estás seguro porque has introducido en ella la semilla de tu amor, la presencia de tu Espíritu, que desde lo profundo de la libertad humana va guiando con paciencia divina el rumbo de la humanidad hacia su sentido auténtico.
Tu seguridad habla de alegría por lo que se cumplirá, pero que no podemos esperar con brazos cruzados sino insertos en esa tarea, trabajadores incansables de esa meta, pregustando en muchos signos y gestos la verdad de tu palabra que se hace guiño y certeza en muchos gestos de amor, en muchos anhelos de corazones y mentes nobles.
Así la esperanza no es un sueño que adormece sino una batalla que se entabla desde ahora, con la seguridad de que el triunfo llegará, aunque la lucha sea dura, pero sabedores de que merece la pena, porque tú estás implicado en ella.
ORACIÓN: “Vislumbrar el camino”
Gracias, Señor, por la esperanza que abres en mi caminar. Gracias porque frente a tantas oscuridades, tu palabra llega como aliento fresco, como estímulo y caricia que nos hace sentirnos inmersos en tu historia de amor.
Gracias, Señor, por ese rayo que ilumina nuestras confusiones, porque me ayuda a vislumbrar el camino y a construirlo contigo y desde ti.
CONTEMPLACIÓN: “Sueños de vida”
Se encoje mi corazón
al vislumbrar el horizonte,
sombrío,
de una humanidad
que se cierra en sí;
de un hombre que apaga
las luces de su grandeza
y de su bondad innata.
Mientras, tú llegas
con una palabra de vida,
con una mano tendida,
con un gesto de amor
y una palabra de esperanza.
Siembras así una sonrisa
para hacerla brotar en mí
como una alegría inmensa
que viene cargada
de sueños de vida,
porque se apoya en ti.
Deja una respuesta