SÁBADO V DE PASCUA
LECTURA: “Juan 15, 18‑21”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mi antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: «No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.»
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.»
MEDITACIÓN: “También a vosotros”
No podemos pretender ser más que tú y pasar por una situación más cómoda que la tuya, si asumimos tu mensaje con la misma radicalidad que tú. No es que tú te presentases en contra de todo, te situaste simplemente en una opción a favor del hombre y en contra de todo lo que le impedía vivir como tal. Pusiste a Dios como referente y, junto a él, la dignidad del hombre como hijo y, por eso, su relación de igualdad y de hermano. Pero eso rompe las estructuras de poder, de cualquier poder y no lo podían consentir, y así quisieron acallar tu palabra, y así pueden seguir queriendo acallarla mientras sigas levantando esa voz.
Sin embargo, entramos con facilidad en la corriente de la mayoría. Vamos perdiendo la significatividad de nuestra voz profética, y no desde situaciones o gestos espectaculares, que eso será siempre cosa de muy poquitos, sino la voz sencilla, pero firme, de nuestro ámbito de relación, donde podemos manifestar y ser portadores de los valores que nos has dejado. Pero no es fácil situarnos frente a la voz de la mayoría que por ser eso, mayoría, parece que están llamados a tener razón.
Vivimos, al menos los que nos ha tocado, ¿en suerte?, en lo que denominamos el primer mundo, donde la economía prima y termina comprándonos a todos de una manera o de otra. Lo demás termina siendo muy relativo. Los valores se diluyen, y vamos entrando por lo cómodo, por las no complicaciones, por no desentonar. Y, es verdad, es más fácil, pero ciertamente nos va alejando de ti, dejamos de ser levadura en la masa, sal de la tierra, luz de nadie. Pero mientras seguirá resonando tu voz y tu invitación firme, clara, serena, para todo aquél que quiera unirse a ti y a tu proyecto de amor y de vida.
ORACIÓN: “Vivir con coherencia”
Tengo que pedir que tu Espíritu me ayude a entender de manera gozosa esta invitación, y me haga sentir que me llamas a algo muy importante. No me llamas a oponerme a todo porque sí y a cerrarme en posturas defensivas.
Me invitas a tener claro la dignidad del ser humano, de todo ser humano. Que no todo vale en esta vida. Que no es lo mismo una cosa que otra. Que hay valores que dignifican y otros que degradan. Que hay principios que no se pueden saltar. Que el esfuerzo y la fidelidad siguen siendo vitales para crecer humanamente y que no podemos eludir, sin más, aquello que de alguna manera nos pueda hacer sufrir, cuando va en juego todo ello.
Por eso, ayúdame, Señor, a vivir con coherencia y con valor lo que me enseñas, lo que viviste, lo que me pides.
CONTEMPLACIÓN: “Tu voz firme”
Suena tu voz firme como la roca;
Tu llamada se hace eco
que resuena repetida,
incansablemente,
en el silencio de mi interior.
Quiero hacerla rebotar
en las paredes de mi indiferencia,
pero vuelve a mi,
con insistencia,
hasta clavarse con fuerza amorosa
en el fondo de mis entrañas,
hasta hacerse mía,
hasta hacerse Tú.