LUNES VI DE PASCUA
LECTURA: “Juan 15, 26‑16, 4ª”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.»
MEDITACIÓN: “El Espíritu de la verdad”
En medio de la realidad me llamas a estrechar mi vínculo contigo para experimentarme en ti. Para vibrar a tu lado, para dejarme cautivar por ti. Abrirme cada vez un poco más a tu persona y a tu mensaje, para sentirte no como a algo fuera de mí, sino como a alguien que me conmociona desde lo más profundo de mi existencia y me invita a ser proyección de ti y de tu obra, descubriendo que ahí me juego el sentido de toda mi vida, de mi existencia.
Porque sé que cuando me hablas de la verdad, no te estás refiriendo a conceptos, a ideas nuevas que prevalecen sobre otras, me hablas del sentido profundo, del misterio profundo que subyace en el hombre, en la historia y en Dios mismo, y que pide un corazón y una mente abierta, dispuesta a dejarse sorprender y modelar, atenta a todo y a todos, porque hablas desde lo profundo de todo y de todos.
Me invitas a asumir mi vida como búsqueda de esa verdad que tú abriste, siempre inacabable e indefinible, capaz siempre de descubrirme aspectos y riquezas nuevas, a no quedarme en lo ya sabido o descubierto, porque detrás de cada realidad hay una nueva esperando para adentrarme de nuevo. Y todo ello, no para descubrir lo intrincado y complicado de la realidad, sino para llegar a experimentar la sencillez, la suma simplicidad de todo, de ti. Tal vez eso es lo difícil y lo que nos cuesta, desmontar nuestras capas complicadas, ir quitando complicaciones, ir desmontando barreras, para llegar a descubrir que sólo con corazón sencillo, se puede descubrir el misterio insondable de tu amor que me invitas a experimentar y a proyectar.
ORACIÓN: “Un corazón sencillo”
Me hablas de la verdad, una realidad que muchos quieran negar que existe o, que se quiere monopolizar en el servicio personal porque nos queremos hacer dueños de ella, como si la verdad se pudiese poseer, en lugar de estar siempre en búsqueda sencilla y abierta.
Señor, siempre me ha interpelado el que dijeses que sólo los sencillos podían entender esto, y por eso quiero pedirte un corazón sencillo, no ingenuo, sino limpio, transparente y abierto, capaz de dejarse sorprender cada día por tu Espíritu de amor y fiarse plenamente de él
CONTEMPLACIÓN: “Tú me conoces”
Tú me conoces
en lo más profundo de mí.
Sabes lo que esconde mi corazón,
sus grandezas y sus miserias,
sus miedos y sus esperanzas,
sus ilusiones y anhelos,
lo que puede hacer
y lo que, tal vez,
nunca pueda superar.
Tú conoces la verdad
de mis mentiras,
y las mentiras que hay
detrás de mis verdades.
Mis manos suplicantes
se elevan hacia ti
mientras siento que estás cerca.
Y en las sombras de mi caminar
un rayo impertinente de tu luz
me habla incansablemente
de tu verdad, de tu amor
y de tu fuerza.
Deja una respuesta