Origen del cursus benedictino. Se ha escrito mucho sobre la influencia del oficio de la RB sobre el romano. Pero estos trabajos carecen de valor, ya que muchos estudios han demostrado todo lo contrario, o sea que el oficio benedictino sigue paso a paso el cursus romano.
¿Cómo se explica este influjo? Los que admiten la historicidad del libro II de los Diálogos afirman que el joven Benito estudiante en Roma se dejaría impresionar por la litúrgica clásica de los Papas León y Gelasio, en la que tomaban parte activa y relevante las comunidades monásticas encargadas de cantar el oficio divino en ciertas basílicas.
Sea de esto lo que se quiera, lo que hoy día resulta incuestionable es que el oficio divino descrito en los cap. 8-18 de la RB, está muy relacionado con el oficio divino de la Iglesia Romana tal como lo dan a conocer los Ordini Romani. Pero teniendo en cuenta que esta dependencia no se justifica más que en los oficios eclesiásticos de Laúdes y Vísperas, y tal vez las vigilias, celebradas por clérigos y laicos. Pero para el resto del Oficio Divino la RB no se inspira en la Iglesia Romana, sino en el cursus de los monasterios romanos. El cursus benedictino no es un culto catedralicio, sino típicamente monástico.
Para A. de Vogüe las instituciones litúrgicas de la RB deben explicarse no solo a partir del Oficio Romano, sino también a partir del oficio que describe el Maestro. Ya trataremos de ver este punto más adelante.
Hay que advertir que la RB no se limita a calcar a su modo la litúrgica clásica. El cursus benedictino, como toda la Regla, tiene algo de ecléctico en el buen sentido de la palabra. Toma libremente elementos de procedencia diversa, pero posee el arte de combinarlos dentro de un marco estructural coherente. Así en la ordenación del oficio de la RB hay contactos innegables con las liturgias de Bizancio, de Milán y de España, y muy particularmente con el del ámbito de Lerin-Arles y el descrito por las Instituciones de Casiano.
Con todos estos elementos la RB construye un oficio rico, bello, variado, equilibrado, lleno de dignidad y sobriedad, tranquilo, devoto. Una verdadera oración comunitaria, aunque como en toda obra humana, con sus limitaciones, lagunas y desaciertos, que implícitamente reconoce S. Benito cuando da plena libertad a quien se sienta inspirado para distribuir los salmos de otro modo, mientras se mantenga el principio de la recitación semanal del salterio entero con los cánticos de costumbre.
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