280.-La escala de la humildad.

publicado en: Capítulo VII | 0

S. Benito, para describir el camino del monje hacia la caridad perfecta, emplea la imagen de la escala de Jacob, considerada ya antes de s. Benito   como modo de significar el ascenso del monje a Dios.
También  posterior a S. Benito, esta imagen ha gozado de gran aprecio en  la literatura espiritual. Así Juan Clímaco en la “Escala al Paraíso”, S. Buenaventura, Sta. Teresa de Jesús.
S. Agustín  designa al mismo Cristo como nuestra escala:”scala nostra”.Cristo ha descendido hasta nosotros  a fin deque a través suyo, nosotros podamos ascender hacia Dios.
Los santos Padres interpretan  alegóricamente los largueros, como los dos Testamentos de la Escritura, o también como el doble mandamiento del amor a Dios y amor al prójimo. La meta del ascenso es la unión con Dios, por consiguiente  los doce grados de la humildad no deben entenderse en primer lugar  como camino ascético, sino como camino místico, como camino de contemplación, como camino hacia la experiencia de Dios que quiere regalársenos. Dios ha colocado una escala entre El y el hombre. Esta escala nos une a Él, que hace que nuestra vida se eleve hacia el cielo.
Dios ha insertado en los largueros del cuerpo y del alma  los doce peldaños de la humildad, por los que llegamos a la contemplación, por los que recorremos nuestro camino de maduración interior y por los que podemos llegar a ser  uno con Dios.
Con sus doce peldaños, Benito sigue  a  Casiano. Pero para Casiano la humildad es uno de los siete peldaños que llevan al temor del Señor a través de la contrición, hasta llegar finalmente a la unidad  de corazón, al amor.
Casiano habla de diez indicios en los que se reconoce la humildad. Benito toma siete de estos diez signos, pero  los trasforma en grados o peldaños. En consecuencia, para Benito, el camino de la humildad es un proceso interior, que lleva a la plenitud.
Benito agrega a los diez indicios de Casiano dos  grados más. Toma como primer grado el temor del Señor, que en Casiano es la base de la humildad, y agrega como último grado  la transformación del cuerpo.
En todo el cuerpo se hace visible que el monje está relacionado con Dios.
En la teoría de los símbolos, el diez ha sido siempre imagen de la totalidad. Las diez dracmas simbolizan al hombre entero. El doce es también  imagen de totalidad, pero incluye ya siempre a la comunidad. Doce son las tribus  de Israel. Doce los apóstoles como fundamento de la Iglesia.
De este  modo, Benito completa la comprensión que tiene Casiano de la humildad. A Benito no le importa sólo que el individuo llegue a ser él mismo, sino su capacidad de relacionarse y poder así hacer posible una auténtica comunidad. La humildad es el requisito para una convivencia lograda. 
La meta del camino gradual de la humildad es para Benito, el perfecto amor de Dios, la “caritas perfecta” que incluye el amor a Dios en la contemplación, y el amor a los hermanos.
Tiene que quedar claro que los doce grados de humildad nos llevan a la madurez humana, a la comunidad con nuestros hermanos, y hacia Dios, con quien nos llegamos a ser uno en la contemplación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.