248.- Castigo del que murmura.

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Él discípulo que obedece de mala gana y murmura, no ya conla boca, sino con solo con el corazón, aunque cumpla materialmente lopreceptuado, ya no será  agradable a Dios, pues ve su corazón que murmura y no conseguirá  premio alguno de esa obediencia es más cae en elcastigo correspondiente a los murmuradores, si no se corrige y hace satisfacción (5,17-19}

  En oposición a la obediencia de buena gana «bono animo» que decía el párrafo anterior, ahora hace una descripción de una obediencia de mala gana.
                        Una tal obediencia no es virtud, porque obedecer después de largas dilaciones, haciendo tiempo hasta que no puede diferirse más, obedecer con reservas, restricciones, a disgusto y como a remolque manifestando que se arrastra el yugo y que se le lleva de mala gana. Obedecer después de largas representaciones y de mil y una dificultades. Obedecer hasta cierto punto y solo en ciertas cosas. Todo esto quiere decir que no se obedece, y el monje que así se porta, no tiene virtud alguna de obediencia. Obedecer a la manera de un esclavo, que habiendo perdido la libertad, se somete a sus señores por temor al castigo.
                        Obedecer con estas notas, es negarse a dar su voluntad y querer no obstante aparecer como que se entrega. Esto es un acto de hipocresía. Ante los superiores y los hermanos pasar  como obediente. Pero ante Dios que ve el fondo de los corazones esta sumisión exterior no pasa de ser una hipocresía, pues toda la fuerza de la virtud esta  en la voluntad, no el acto  externo. En esta obediencia de mala gana no hay entrega de la voluntad y  por lo tanto no hay virtud.
 También advierte S. Benito que una obediencia as¡ no alcanzar ninguna gracia. Todo acto virtuoso tiene su recompensa en este mundo con el aumento de gracia, y en el otro por la gloria. La menor acción ejecutada por Dios en estado de gracia, hasta dar un vaso de agua, aumenta la gracia  santificante y atrae nuevas gracias actuales.
                   Como la obediencia forzada no es virtud, no puede agradar a Dios y  por tanto lejos de aumentar la gracia, la aleja, nos debilita.  En la Escritura vemos como algunos episodios los presenta como  castigos del Señor. Así María es castigada con la lepra, y muchos israelitas fueron mordidos por las serpientes venenosas y murieron por murmurar contra el alimento del desierto.
                   Por haber murmurado contra Dios, todo el pueblo hebreo, excepto Caleb y Josue‚ fueron condenados a morir en el desierto sin entrar en la Tierra Prometida.
                    Cuantos monjes pueden estar vegetando en su vida en un desierto  sin llegar nuca a la tierra prometida de la unión con Dios porque no se han entregado cordialmente a Dios por la obediencia. .

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