S. Benito elige la comida comunitaria, para evidenciar en este momento de la vida en el que la Eucaristía se hace vida para los monjes fuera del oratorio su aspecto espiritual y humano.
Es en este trabajo de la cocina es donde se prepara aquellas cosas que son el sustento de los hermanos, mostrando así el amor y el servicio.
Si examinamos en su conjunto a la RB, se distingue por el realismo sobre todo cuando se refiere a la alimentación de los monjes. Presenta una forma concreta del mutuo servicio que ha de inspirar las relaciones comunitarias. “Los hermanos han de servirse unos a otros”. Con todo, quiere que a los débiles se les tenga en cuenta y se les preste ayuda. Esta ayuda se ha de prestar también a todos en general si las circunstancias de la comunidad por su número, o del lugar así lo requieren.
A primera vista se ve como quiere que las tareas no resulten demasiado penosas para los hermanos, a fin de que no se hagan con tristeza, y más adelante vuelva al tema cuando dice:”sirva a sus hermanos sin murmuración ni excesiva fatiga”. (13)
Hay una referencia constante al objetivo principal de la opción monástica, la caridad. Incluso en los capítulos dedicados puramente a cuestiones administrativas. Así en este afirma:”así se consigue una mayor recompensa y mayor caridad”.
La disposición de que los semaneros reciban una hora antes de la comida un poco de vino y de pan, tiene la misma finalidad de evitar la excesiva fatiga y la murmuración y se manifieste la caridad. Los servidores están para servir, no para pasar hambre viendo como los demás están comiendo.
Los servicio mutuos entre los monjes, son costumbres monásticas antiquísimas como se puede comprobar en las Instituciones de Casiano 4.
En la tradición benedictina se parte de que el trabajo ha de ser productivo y provechoso, pero no agobiante. Se preste ayuda siempre que sea necesaria. No se pretende cargar a unos por el bien de los otros, en nombre de la comunidad, sino hacer el trabajo posible para todos, para que la comunidad pueda prosperar en gozo.
La sustitución o cambio en el servicio de cocina se hace el domingo, el día del Señor, que tiene un relieve notable en la vida del monasterio.
El sencillo ritual de la acción de gracias para los que terminan el servicio semanero y la intercesión por los que comienzan en la semana siguiente, resalta la perspectiva de fe que S. Benito infunde en todas las expresiones de la vida monástica. En el monasterio benedictino no han nada profano, puramente mundano. La bendición para los semaneros de cocina les da cierta consagración religiosa.
Hoy no es posible seguir a la letra lo que dice este capítulo porque la cocina requiere cierta habilidad en nuestros días, y no hace posible el cambio semanal. Si bien en muchos monasterios actualmente solo tiene aplicación para los que sirven a la mesa, que piden la bendición al final del oficio de laúdes del domingo.
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