A fin de que nadie se atreva dar o recibir cosa alguna…puesto que no les está permitido disponer libremente de su propio cuerpo ni de su propia voluntad. (33, 2,4))
Volviendo al texto de S. Benito, vemos cómo condena la propiedad de forma rigurosa y tajante. Su propósito parece ser más práctico que doctrinal. Se trata de extirpar este vicio, no de disertar sobre él. Y la única motivación que da es de aspecto jurídico más bien que espiritual.
La prohibición de poseer la basa en la desapropiación de sí mismo. En otras palabras, en la sujeción del monje al abad.
En cuanto a la base bíblica, Benito recurre a ella tardía y sobriamente. Cita dos frases muy cortas de los Hechos.
Esta motivación teórica e ilustración escriturística, por más secas que parecen, ofrecen un gran interés, pero es difícil captar todo su alcance si no tenemos presentes los desarrollos de la tradición doctrinal, allí condensados.
En materia de desapropiación Benito depende principalmente del Maestro, de Casiano y de Agustín. Para esclarecer lo poco que nos dice, tenemos que acudir a estas fuentes.
Las consideraciones del Maestro sobre la desapropiación no presentan un aspecto tan ordenado como cuando expone la obediencia. Pero su método es muy parecido en los dos casos.
Presenta la virtud de que se trata de forma progresiva, poniendo jalones que conduzcan a la plenitud de la doctrina. Así en materia de obediencia establece en primer lugar el comentario de la tercera petición de Pater, la necesidad de cumplir la voluntad de Dios, y por ello, no hacer la propia voluntad. Y la voluntad de Dios se manifiesta para los monjes a través de su abad. De aquí deduce como tenemos que someternos a él, y después describe las cualidades de la obediencia y exalta su grandeza.
Cuando se refiere a la desapropiación, desarrolla de modo parecido a través de varios pasajes de la Regla y termina en dos capítulos sobre este tema al final de la regla. No vamos a exponer toda su doctrina en este punto por ser bastante extensa.
El primer tema o fundamento, es el pan cotidiano que Dios da a sus servidores. Aparece con motivo de la cuarta petición del Pater, justo después de la doctrina de la obediencia, y en explícita relación con ella. Si hacemos la voluntad de Dios, tenemos derecho a pedirle el pan de cada día, como los obreros y los siervos esperan su salario.
De aquí pasa a exhortar para esperarlo todo de la providencia divina. Ya que Dios se ocupa de nosotros, nosotros por nuestra parte nuestra primordial o mejor única preocupación ha de ser buscar el Reino de Dios y su justicia. Nuestro cuidado ha de ser de nuestra alma y de su suerte eterna y no las cosas necesarias para la vida presente, que Dios nos procurará. Todo lo demás se os dará por añadidura.
Sobre esta base, el Maestro establece el fundamento de la desapropiación. “Así pues, ya que el Señor nos proporciona todas las cosas necesarias y que el abad se encarga de procurarnos todo, ¿cómo el discípulo se atrevería a poseer o revindicar algo a titulo personal?
Ya que cada hermano está seguro de recibir lo necesario, no tiene necesidad de poseer nada propio. La desapropiación es ante todo un colorario de la fe en la Providencia. Por tanto el desapego lo fundamenta en la fe en la Providencia. Y lo corrobora con una cita paulina:”Nadie al servicio de Dios se entrega a asuntos seculares, si quiere dar satisfacción a aquel que le ha alistado”.
Examinando con atención el conjunto de la enseñanza del Maestro sobre esta materia, aparecen dos conexiones principales: la desapropiación y la relaciona simultáneamente con la obediencia y el trabajo.
La primera es tan estrecha, que desapropiación y obediencia forman una especie de dúo, que aparece con frecuencia y con el mismo orden. La desapropiación sigue a la obediencia.
Esto nos puede llevar a comparar la doctrina del Maestro con Casiano, su autor favorito. En las Instituciones, la obediencia y la desapropiación forman un binomio, pero en orden inverso. El despojamiento precede a la humildad y esta a la obediencia. Esta presentación es familiar a muchos autores antiguos, que la vinculan con la vocación del”joven rico” del evangelio. “Vete, vende lo que tienes y luego sígueme”. Esto último hace referencia al despojo interior y a la obediencia.
Para poder ver hasta qué punto lleva el Maestro la doctrina de la desapropiación, hay que tener en cuenta que a donde lleva este camino de desapropiación es a dejar de lado la preocupación de sí mismo en cuanto a ropa, calzado, comida. Podemos decir que es una total desapropiación de sí. A éste respecto, el verdadero cenobita, se encomienda totalmente a la providencia divina que provee a sus necesidades por medio del abad, sin recursos ni seguridad propia, recibe todo de otro. Por tanto la desapropiación para el Maestro es salida de sí, abandono en manos de otro. Acto de esperanzas. Sin duda, este otro a quien uno se entrega es Dios, pero actúa por medio de una institución y de una persona: el monasterio y el abad. Por esto es análoga a la obediencia, ya que esta consiste en renunciar a nuestra voluntad propia y cumplir la voluntad de Dios tal como la expresa su representante, el abad.
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