-No contriste a los hermanos. Si algún hermano lo pide quizás algo poco razonable no le aflija menospreciándole, sino que se lo negará con humildad, dándole las razones de su negación. (31,6-7)
Los empleos son para el monje encargado de esos concretos menesteres, ocasión de practicar la caridad, si se realiza con el espíritu y la forma que quiere S. Benito. Pero también pueden ser causa de faltas de caridad y escándalo si no se cumple del modo conveniente.
La bondad es un bálsamo que suaviza todas las heridas, que dilata el corazón, que por su medio derrama la alegría en la comunidad. Un encargado bueno y caritativo puede hacer a los hermanos tanto o mayor bien que el mismo superior. Por su caridad hace el deber amable. Su palabra pacífica y religiosa, da valor a los débiles y disipa las nubes de los tentados y descontentos
Por el contrario, un encargado que muestra habitualmente o incluso en momentos puntuales un humor pésimo, que responde con desabrimiento, que manifiesta mala voluntad para dar lo que se le pide, puede causar un gran mal en el monasterio. Y sobre todo si los hermanos tienen que contar con él con frecuencia para ciertos menesteres. Puede ser incluso una piedra de escándalo para los débiles y para todos un ejercicio de paciencia. Provoca murmuraciones. A los que así obran, S. Benito les recuerda las amenazas que Jesús profirió contra los que escandalizan.
En este capítulo del mayordomo, S. Benito señala lo que podemos llamar sus deberes en relación con los hermanos. El primero es no contristar a los hermanos por causa de su negligencia en proporcionarles con prontitud y de buena voluntad lo que necesitan, incluso mostrándose de mal humor.
El segundo deber es no amargar más a los que están ya descontentos. Si un hermano pide una cosa no razonable o en términos inconvenientes, no hay que responderle con unos modos que le causen pena. Sin enfadarse, hacerle comprender que aquello que solicita no es razonable o no se lo puede conceder.
Finalmente el tercer deber que señala S. Benito es hacer las cosas de modo que todos estén contentos, siempre dispuesto para agradar y cuando no pueda dar lo que se le pide, que tenga siempre una buena palabra. Palabra de aliento. Una palabra que muestre el vivo deseo de complacer.
Estos son los tres deberes que S. Benito señala para el mayordomo y que tienen que tener en cuenta todos los que tienen algún cargo que les relaciona con los hermanos: no crear descontentos, no agriar más a los descontentos y hacer de modo que todos sean dichosos.
Son como las tres columnas que sostienen la paz, la unión y el fervor en la comunidad.
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