Si deseamos agradar a Dios, oremos por los enemigos. Esto es agradable a Dios, porque es obedecer a su mandato. Jesús dijo.”Ortar por vuestros enemigos, y por los que os persiguen”
Le agrada por la caridad que supone esta oración. Le agrada por el sacrificio que acompaña a esta oración, ya que es un sacrificio costoso al amor propio. Solamente se hace por amor a él.
Así Dios nos reconoce como hijos suyos, como lo ha prometido diciendo: “Orar por vuestros perseguidores, a fin de ser hijos de vuestro Padre celestial”
Deseamos obtener para nosotros una gracia particular, orando por nuestros enemigos nos disponemos a recibirla.
Jesús desde Belén hasta el Calvario es un ejemplo de ello. Se entrega a sus enemigos para nuestra salvación y en medio del mayor dolor y humillación, su oración fue:”Padre perdónales, porque no saben lo que hacen”.
La Eucaristía es Jesús haciéndose víctima perpetua para poder ofrecer su oración por todos, incluidos los enemigos.
Desde el primer mártir, S. Esteban, todos los verdaderos discípulos de Jesús a su ejemplo, han orado por los que les persiguen.
Ciertamente es un sacrificio muy costoso ahogar los deseos naturales de venganza, no devolviendo mal por mal. Y aún más penoso es amarles devolviendo bien por mal. (Ejemplo admirable de coherencia cristiana el de la Vda. del general Atarés perdonando a los asesinos de su marido)
Podemos preguntarnos ¿en la vida religiosa se dan enemigos? No recuerdo el texto literal de Sta. Teresa del Niño Jesús, cuando decía que enemigos propiamente dichos no suele haber, pero si enemiguillos si. Y la persecución de los buenos es más dolorosa que la de los malos. Es heroico soportar en silencio y con santa paciencia una larga y maligna persecución. Tenemos los ejemplos de S. Pío de Petracina, o de Sta. Rafaela del Sdo. Corazón, perseguida y arrinconada a sus 42 años, y precisamente por su hermana y otra de las primeras cofundadoras.
Orando por los enemigos es también el camino para alcanzar las gracias necesarias para cumplir nuestros deberes.
Orar por los enemigos supone soportarles perdonarles, amarles, devolverles bien por mal. Para ello no intentemos luchar cuerpo a cuerpo con nuestros sentimientos. Quedaremos derrotados. Dirijamos nuestra mirada al Calvario y viendo a Jesús que ruega por nosotros, para hacer nuestra su oración.
Además tampoco se nos pide un amor afectivo. Esto es otro tema que ahora no nos vamos a detener.
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