Primer instrumento: ante todo amar al Señor Dios. (4,1)
El amor de Dios reside ante todo en la voluntad. Siendo Dios el soberano bien de todas nuestras facultades, todo en nosotros debe unirse a Dios.
El amor debe poseer nuestra memoria, nuestra inteligencia, nuestra imaginación y nuestros mismos sentidos. Pero es la voluntad la que preside el acto del amor.
La inteligencia ilumina al amor y le abre camino, ya que no podemos amar aquello que desconocemos. La imaginación facialita los actos. La sensibilidad sufre la influencia, pero es la determinación de la voluntad libre la que hace del amor una virtud
Si las luces y los sentimientos están solos, no hay verdadero amor. Por el contrario el amor puede existir en las tinieblas del espíritu, y con la repugnancia de los sentidos. Incluso en estos casos el amor es más puro porque entonces no corre el peligro de adherirse más a las consolaciones de Dios que al Dios de las consolaciones.
Es más, en este estado de oscuridad, llega el alma muy alto si lucha para ir a Dios a pesar de la oscuridad y repugnancias naturales.
Nosotros siempre podemos ir a Dios con el auxilio de su gracia, pues que tenemos siempre a nuestra disposición una voluntad apta para determinarse y siempre podemos querer ira Dios.
Al amor que Dios nos tiene, debemos todo lo que tenemos y todo lo que somos. Nos ha amado desde toda la eternidad, y con ese amor eterno nos ha buscado en la nada y nos traído a la existencia, nos a dado las facultades y nos ha rodeado de criaturas que nos sirven. Sin ese amor de Dios para con nosotros ¿qué seríamos? Nada. ¿Pensamos en los seres posibles? A pesar de que entre ellos habría mejores que nosotros, nos ha preferido a nosotros para darnos la existencia.
Y a la gracia de la creación se une la de la conservación. A su amor debemos todos los bienes sobrenaturales que tenemos: Jesucristo, la encarnación, la redención, la gracia, los sacramentos.
¿A quien sino a su amor, debemos la gracia de la vocación? El evangelio dice que Jesús miró con amor, a aquel joven rico que llamó a su seguimiento.
¿Cómo podemos dejar olvidado este instrumento? Nos ha atado con tantos lazos de amor, cuantos beneficios nos ha concedido. Todo lo que tenemos, lo que somos, todo lo que vemos en torno nuestro es beneficio de Dios.
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