108. Himno a la caridad de, S. Pablo

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– Enseguida (amar) al prójimo como a sí mismo. (4,2)

Un día más vamos  a examinar la última parte del enunciado de este instrumento, y hacemos alguna puntualización sobre él.
Como bien sabéis, no encontramos mejor texto para reflexionar sobre la caridad fraterna que el Himno de la Caridad de Pablo en la carta  a los Corintios, que juntamente con Rom 8,31 ss. es lo más sublime no solo de Pablo, sino quizás de todo el NT.  No vamos a leerlo, pero sí hacemos una síntesis o conclusión.
La primera característica es que el amor al prójimo tiene que ser sobrenatural, para que sea verdadero. Sin esto, el amor al prójimo es absolutamente imposible. Sin esto, solo cabe un amor natural, de filantropía  pero de ninguna manera un amor de caridad.
La caridad para con el prójimo ha de ser  sobrenatural  en su origen, en su objeto,  en sus motivos  en su ejercicio y en su fin.
Debemos amar al prójimo  según Dios. No se trata de hacer con el prójimo lo que nos plazca, o lo que a él le agrade, sino lo que agrade a Dios, porque no es por nosotros, para agraciarnos con los hermanos lo que buscamos en el amor al prójimo,  sino  que es el amor de Dios el que tiene que regular nuestra conducta respecto del prójimo.
No ama a su hermano el que le da el veneno que le pide. El que favorece sus inclinaciones naturales en contra de su vocación a la santidad. El que le procura unos medios con los que ofende a Dios.
Solo amaremos a nuestros hermanos de modo verdadero y eficaz, cuando le ayudamos a hacer el bien, a ir a Dios que es su fin como el nuestro. En otras palabras, para ejercitar la caridad fraterna es necesario ante todo  mirar a Dios, a ver si lo que hacemos es de su agrado.
Si en algún momento nos encontramos obrando en contra de la voluntad de Dios, manifestada bien por la obediencia, bien por las Constituciones, nos encontraríamos obrando fuera de la verdadera caridad.
Debemos amar al prójimo como a nosotros mismos. Es la norma dada por el mismo Dios.  Pero ¿Cómo debemos amarnos a nosotros mismos?
El verdadero  amor a nosotros mismos no es  el que busca falsos deleites o bienes: placeres, honores,  riquezas. El verdadero amor a uno mismo es el que  busca los verdaderos intereses espirituales. Los intereses materiales son bienes en cuento son queridos por Dios.
En virtud de este principio, tenemos que conservar la vida, cuidar razonablemente la salud, porque son bienes aunque materiales, pero que pertenecen a Dios y nos son necesarios para servirle bien.
Podemos buscar los bienes de este mundo en cuento son útiles a nuestro fin, y como consecuencia hay que rechazar cuento sea un obstáculo para la salvación.
Por tanto este es el modo como tenemos que amar a nuestros prójimos. Creo que los principios son fáciles de captar. Pero quizá  no lo es tanto la práctica.
Ayudarle a conseguir su fin: conocer, amar y servir a Dios. Procurarle en lo posible los medios para recuperar o progresar en la vida del alma. Este es el gran objetivo de la caridad.

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