Causa cierta sorpresa que comenzando a exponer una regla para monjes cristianos, no aparece una cita de neta coloración cristiana. Cierto que Cristo es nombrado en una parte y en otra, y varias veces se menciona el evangelio. También se hace referencia a palabras del Apóstol. Pero estas referencias del NT son menos numerosas y aparentes que las citas del AT.
La trama de este apretado de textos bíblicos, son dos pasajes de salmos (33 y 14) El designio del autor es glosarlas, relacionarlas entre sí y sacar una conclusión de ellas. Así en el Prologo de nuestra Regla encontramos una doble cita tomada del AT. Sin olvidar numerosas citas y reminiscencias ocasionales del salterio, de los libros sapienciales y de los profetas.
¿Es correcto que unos monjes cristianos tengamos que recurrir al AT para mostrar el programa de su seguimiento de Cristo?
La respuesta puede ser, que si queremos entender el prólogo de RB, tenemos que tener presente que este texto es un simple extracto del prologo de la RM.
Esta comienza con una basta introducción cuatripartita: prólogo, parábola de la fuente, comentario del Pater, comentario de los salmos. Su longitud es aproximadamente el triple de nuestro prólogo
S. Benito para resumirlo reprodujo casi sin cambios esta cuarta parte, el comentario de los salmos, después de haber resumido en unas líneas las tres primeras partes. Esto explica que una regla para monjes cristianos comienza con un prólogo en el que predominan las citas del AT.
Teniendo esto ante la vista, reconocemos que el prólogo benedictino es un fragmento de un gran prologo de la RM, en el que el NT ocupa el lugar preponderante que corresponde a una legislación cristiana.
Antes de los salmos, el Maestro comenta largamente el Padre nuestro, que era a su vez, continuación de la parábola de la fuente, en la que la invitación a la vida cristiana y monástica resonaba a trabes de las palabras de Cristo en Mateo:”Venid a mí todos los que estáis fatigados… porque mi yugo es suave y mi carga ligera”
El comentario de los salmos que sigue al Padrenuestro toma todo su sentido, si lo situamos a continuación de esas dos partes centradas en el evangelio. Vemos que el objetivo de la RM es completar la evocación del bautismo y la explicación del padrenuestro. Las palabras del salmista son escrutadas a la luz de la revelación cristiana, percibida en los ritos litúrgicos del bautismo y los textos del NT. Los toques evangélicos del comentario de los salmos, que a primera vista parecían secundarios, recobran a esta luz su importancia primordial. Por medio de ellos, tanto el Maestro como Benito, ofrecen a través de los salmos, un programa de vida cristiana.
Podemos añadir otra consideración, atendiendo al género literario de ambos prólogos. Es evidente que han elegido un género lleno de imágenes, velado, poético. Prefieren sugerir las realidades, no llamándolas directamente, sino `por medio de figuras, por alusiones, y rodeos. El prologo de la RM no nombra al monasterio hasta el final. Antes ha paseado al lector por una nube y le presenta una parábola. Representa a la humanidad como una caravana de viajeros agotados. El evangelio como una voz que resuena inesperadamente. El bautismo como una fuente a la derecha de la ruta. Y aunque a partir de este momento se trata de la entrada en el monasterio, el Maestro no lo indica hasta después de una larga explicación del padrenuestro y los salmos en la que todo apunta a la vida monástica. Y en el momento de concluir, deja caer la palabra monasterio. No tenía prisa en enunciar las máximas fundamentales del NT. Ya que lo hará posteriormente en su obra. Ahora solo pretende sugerir las realidades cristianas con palabras del AT.
Así se explica que en la cuarta y última parte del prólogo al proponer una definición del monasterio, vuelva al AT. Después de la parábola del bautismo y de la explicación del padrenuestro. Utiliza un procedimiento pedagógico familiar a los Padres. El reconocer la realidad cristiana en las sombras y figuras del AT.