35.-Vamos a instituir una escuela del divino servicio (45)
La interpretación que da el Maestro al logion evangélico, se aparta del sentido qua acostumbramos darle. Según la exégesis corriente hoy día y ya representada en la patrística, Cristo alude aquí a la carga de la ley y observancias farisaicas, que la hacen más pesada aún.
Para el Maestro por el contrario la carga insoportable es la de los pecados cometidos. Algunos Padre también lo han interpretado así.
Estas observaciones sobre la parábola o tema del Maestro nos preparan para comprender la definición del monasterio como escuela del servicio divino.
La conclusión que se deduce del comentario de los salmos, es el establecimiento de una escuela donde se enseñará, por medio de Cristo en persona, como hay que servirle.
La palabra “escuela” sinónimo de “monasterio” que aparece en el párrafo siguiente convierte al monasterio en el lugar por excelencia donde enseña Cristo.
El empleo del término “escuela”, para la RM está cargado de sentido. Por medio de él, el monasterio se relaciona con una palabra del Evangelio. En ninguna parte del NT. ni del AT encontramos la palabra, ni la idea de un monasterio. El recurso a "escuela" equivale a fundar este nuevo tipo de sociedad sobre la palabra de Dios. Aparece como una respuesta al “aprended de mi” de Cristo. Así de forma indirecta, el Maestro logra encontrar una referencia escriturística para la sociedad monástica.
El segundo efecto de llamar al monasterio escuela, es establecer un lazo íntimo entre la vida monástica y el bautismo.
Lo ha mostrado en el análisis del thema. “Inscribirse en la escuela del Señor, solo es posible después de haber sido rehecho por Cristo. Y recíprocamente, la recreación bautismal tiene un efecto adecuado y duradero solo para aquel que abandona el mundo y entra decidido en la escuela de Cristo. Son dos etapas necesarias para la renuncia del pecado.
Tiene otro aspecto positivo, la vida monástica aparece como el desarrollo natural de la renovación bautismal. Para el Maestro aparece el monasterio con un papel mediador entre la fuente bautismal y la realización del Reino, que permite pasar de una al otro.
Luego de haber sido rehecho por el sacramento, hay que entrar en la escuela de Cristo para llegar al descanso final que él prometió.
Encontramos una tercera implicación de la palabra “escuela”. Pues no solo relaciona el monacato con el evangelio y el bautismo. También establece una relación entre el monacato y la ecclesia. La Iglesia en la madre que nos engendra a la vida de la gracia con el santo bautismo.
Después de haber escuchado el primer llamamiento del Señor “venid a mi”, recibiendo el bautismo, el monasterio es “la escuela donde se sirve al Señor”, de acuerdo con su segunda llamada “venid a mi escuela”. La “escuela” supone por tanto la “ecclesia” cuya misión es llevar a la plenitud.
Esto que deducimos cuando examinamos los textos del Maestro, se ilumina más, si comparamos estos pasajes con aquellos que S. Agustín describe a la misma iglesia como a la escuela de Cristo. Esto tanto se tome como termino de comparación la escuela superior del filósofo, como la escuela elemental del gramático. San Agustín presenta gustosamente a la iglesia bajo esta imagen.
A la luz de estos precedentes, el definir al monasterio como escuela, no lo convierte en una institución radicalmente diferente de la iglesia, más bien lo hace aparecer como el punto donde se manifiesta más claramente uno de los aspectos constitutivos de la iglesia. La iglesia es por sí misma la escuela donde el Señor imparte su doctrina. El monasterio es el lugar por excelencia de esta enseñanza de Cristo.
A este respecto, la escuela monástica aparece nuevamente en la línea de la Iglesia prolongando y llevando sus atributos a la perfección.
Estos son los puntos principales que se deducen del examen de la RM y que RB hace suyos en esta parte del prólogo.
Otros autores, como Manning, protestan contra la corriente que aún siguen algunos buenos monjes de presentar la obra de S. Benito como la “escuela del servicio divino” y cree que es impropio el considerar como una característica del monacato benedictino, este modo de llamar al monasterio como “escuela del servicio divino”
Gregorio Penco señala como después de los capítulos comunes a ambas reglas, todo el vocabulario refrende a la “escuela” (maestro, magisterio, discípulo, disciplina) desaparecen totalmente de las partes propias de la RB, lo que es señal de que para su autor constituía algo extraño, o en todo caso poco “congeniale”
Pero advierte que esta restricción obrada por la RB en sus partes propias, pasó totalmente inadvertida a la tradición posterior, pues la imagen del monasterio como sede de una escuela espiritual, sigue siendo frecuentísima a lo largo de la Edad Media. Reconoce que se encuentra tan enraizado en la tradición que no puede ser eliminado ni puesto en discusión.
Por último, para B.Columbas, parece evidente que “escuela” no designa al monasterio como se dice comúnmente, sino solo indirectamente y por vía de consecuencia. En efecto, no se trata de fundar un cenobio, que ya existe (el autor de la RB es el abad de una comunidad), sino de dar una regla de vida a este cenobio y a otros que quisieran aceptarla. La “escuela” es la regla monástica que sigue a continuación y de la que el mismo prólogo forma parte, la parte preliminar o introductoria.