27.- Aquel que cuando el diablo le sugiere alguna cosa , inmediatamente le rechaza a él y a su sugerencia, lejos de su corazón, lo reduce a la nada, y agarrando sus pensamientos los estrella contra Cristo (28)
La segunda condición que S. Benito manifiesta como medio para entrar en el tabernáculo, es vencer las sugerencias del mal.
Ante todo S. Benito nos enseña que no tenemos que temer las tentaciones. Ciertamente que no pueden faltar, pues llevamos en nuestro corazón eses siete raíces de pecado que incluso las personas más espirituales, según S. Juan de la cruz, se revisten de apariencias de bien.
Satanás es el enemigo declarado de Dios, y por consiguiente también enemigo encarnizado de l hombre, criatura de Dios.
El hombre que puede amar y glorificar a Dios y ha sido tan amado por Dios, que ha llegado a entregar su Hijo muy amado para rescatarlo. Coomo dice S. Pedro, siempre estará a nuestro alrededor como león rugiente buscando perdernos.
Pero todas estas asechanzas son un medio providencial para poder entrar en el tabernáculo.
Jesús que quiso ser tentado, solo a los vencedores destina la corona, ya que nadie es coronado si no ha luchado legítimamente.
Ay que estar preparados para las insinuaciones del mal. Siendo en enemigo malo, y unido a nuestra concupiscencia, posee mil resortes para engañarnos. Siempre ataca por el lado flaco. Halaga las pasiones. Presenta con seductores atractivos y bajo capa de bien aquello que nos aparta de Dios.
Pero todas las fuerzas del mal, no podrán arrancarnos el consentimiento, en contra de nuestra voluntad, porque Dios y su gracia están con nosotros.
Las tentaciones no solo no nos pueden hacer daño, sino que también pueden ser muy provechosas. Gracias ellas podemos alcanzar sólidas virtudes. Ya que las virtudes no se alcanzan sino es probadas con combates, quizás penosos y largos.
También la tentación nos proporciona una dichosa experiencia, pues como dice la Escritura “¿Qué sabe el que no ha sido tentado?” La tentación nos enseña cuán necesaria es la oración y sobre todo nos ayuda a escalar los doce grados de humildad que nos propondrá posteriormente S. Benito. La tentación nos recuerda nuestra débil condición.
San Benito invita a rechazarlas desde el principio. Si la victoria no es completa produce pérdidas más o menos sensible. Nos puede dejar como heridos. Una tentación medio vencida, deja en nosotros un germen que pronto volverá y con más violencia. Si no se vence totalmente, tenemos el peligro de hacer las paces con alguna de nuestras faltas de más o menos gravedad, pero que nos lleva a acostumbrarnos a ese modo de proceder y será fuente de numerosas infidelidades.
Para triunfar de verdad, tenemos que rechazar toda inclinación al mal, arrojándolo de nuestro corazón. S. Benito usa palabras categóricas a este propósito:”inmediatamente le rechaza las sugerencias del maligno lejos de su corazón, de tal manera que quedan reducidas a la nada.
Una chispa es fácil apagarla, pero si dejamos que arda la casa no seremos capaces de apagar el fuego. La experiencia confirma por desgracia esto. De un modo gráfico expresa S. Benito como proceder diciendo:”estrella sus pensamientos contra Cristo”.
Cristo es la roca, contra el estrellemos cuanto nos quiera separar de su amor. La presencia de Jesús disipa las tentaciones como el fuego el copo de nieve. Si hemos permanecido en la oración, tendremos seguridad de no haber cedido ante el mal.